domingo, 29 de marzo de 2020

EL COVID-19 Y EL VALOR DE LA VIDA HUMANA



En muchas ocasiones se apela al principio del valor intrínseco de la vida humana (en lo sucesivo, PVIVH). La ética médica tradicional no cuestiona si la vida de un paciente tiene valor ya que dicho cuestionamiento es ajena a la tradición hipocrática (entre otras razones). La Iglesia Católica defiende insistentemente que todas las vidas humanas son intrínsecamente valiosas por lo que siempre sería moralmente incorrecto matar intencionadamente a un ser humano inocente. Para el Derecho, la vida es un bien jurídico protegido por lo que el homicidio simple, el asesinato, el parricidio, el infanticidio, la ayuda activa al suicidio (incluso bajo petición) y, en ciertos casos, el aborto serían tipificados como delitos. Ciertamente, aceptamos un principio tan noble como puede ser el PVIVH sin someterlo, muchas veces, a un examen crítico. De hecho en muchas ocasiones se insiste en que la vida humana tiene un valor irreductible en tanto que no se debe considerar el valor de la vida de UNA persona en concreto por encima del valor de la vida humana en sí misma.

De dicho PVIVH se deriva lo siguiente: por una parte
se considera que en los casos de una enfermedad incurable, es posible dejar morir al paciente con el fin de que su situación infernal no se mantenga de un modo innecesario renunciando, por ejemplo, a la utilización de medios extraordinarios o desproporcionados de mantenimiento de la vida y fundamentando tal decisión en que, realmente, el médico meramente permite que la enfermedad siga su curso natural; por otra parte también se acepta la utilización de tratamientos paliativos de carácter piramidal con el fin de aliviar el dolor del paciente. En ambas situaciones, se dice, el médico no provoca la muerte del paciente, en todo caso deja morir al paciente con el fin de evitarle un tratamiento penoso y así, recurriendo a extrañas distinciones y argumentos se intenta conseguir un resultado razonable (la muerte del paciente en situación de irreversibilidad) sin que parezca que se está violando ese tajante PVIVH. Tal decisión es amparada por la Iglesia Católica, la deontología médica y el derecho penal.

No obstante, incluso si evaluamos de una manera muy somera el PVIVH y sus consecuencias, nos encontramos con algunas objeciones. En la actual crisis del COVID-19 se está produciendo una saturación del sistema sanitario viéndose superado por la demanda de pacientes que sufren la enfermedad del coronavirus. Y anticipándose a la actual situación, tanto el Ministerio de Sanidad como diversos organismos (el SEMICYUC y la SEMI de carácter médico y bioético) han aconsejado planificar, ante la escasez de recursos sanitarios, los criterios de ingreso en las UCIs bajo los principios de justicia distributiva y la maximización del beneficio global y con el fin añadido de evitar dilemas éticos en el momento de seleccionar qué pacientes ingresan en la UCI y cuáles no. Se priorizará en caso de colapso los pacientes críticos que necesiten tratamiento intensivo y monitorización, y los que demanden intervenciones inmediatas ingresarían en dispositivos de cuidados intermedios. Los pacientes con escasas posibilidades de recuperación y con una enfermedad terminal e irreversible no debieran ingresar en las UCIs

Absolutamente razonable en la situación actual de medicina de catástrofe. El problema ulterior sería si existen varios pacientes que requieren esos cuidados prioritarios que superan con creces la capacidad de las UCIs. Y en estos casos se alude a la necesidad de priorizar la calidad y expectativa de vida, la edad biológica y cronológica, el valor social, el beneficio-riesgo, etc. Nadie discutiría tales criterios en un contexto de extrema necesidad. No obstante conviene preguntarse si ese rígido PVIVH es realmente tan sostenible y defendible como se presume. Creo que no pues existen otros condicionantes que lo ponen en evidencia ya que en los casos como los anteriormente relatados realmente se aplican criterios de calidad de vida y de coste-beneficio. Criterios que también debieran ser tenidos en cuenta, por ejemplo, en situaciones en las que un enfermo terminal o físicamente incapacitado desea ayuda activa para morir. Por ejemplo.

(Artículo publicado en el diario "El Progreso" (Lugo) el 28 de marzo de 2020). 
Versión en Lingua Galega:
"A cotío apélase ao principio do valor intrínseco da vida humana (en diante, PVIVH). A ética médica tradicional non cuestiona se a vida dun paciente ten valor xa que tal cuestionamiento é alleo á tradición hipocrática (entre outras razóns). A Igrexa Católica defende que todas as vidas humanas son intrinsecamente valiosas polo que sempre sería moralmente incorrecto matar intencionadamente a un ser humano inocente. Para o Dereito, a vida é un ben xurídico protexido polo que o homicidio simple, o asasinato, o infanticidio, a axuda activa ao suicidio (mesmo baixo petición) e, o aborto (nalgúns casos), serían tipificados como delitos. Certamente, aceptamos un principio tan nobre como pode ser o PVIVH sen sometelo, moitas veces, a un exame crítico. De feito en moitas ocasións insístese en que a vida humana ten un valor irredutible en tanto que non se debe considerar o valor da vida DUNHA persoa en concreto por riba do valor da vida humana en si mesma.

        Do devandito PVIVH derívase o seguinte: por unha banda considérase que nos casos dunha enfermidade incurable, é posible deixar morrer ao paciente co fin de que a súa situación infernal non se manteña dun modo innecesario renunciando, por exemplo, á utilización de medios extraordinarios ou desproporcionados de mantemento da vida e fundamentando tal decisión en que, realmente, o médico meramente permite que a enfermidade siga o seu curso natural; por outra banda tamén se acepta a utilización de tratamentos paliativos de carácter piramidal co fin de aliviar a dor do paciente. Nas dúas situacións, dise, o médico non provoca a morte do paciente, en todo caso deixa morrer ao paciente co fin de evitarlle un tratamento penoso e así, recorrendo a estrañas distincións e argumentos téntase conseguir un resultado razoable (a morte do paciente en situación de irreversibilidad) sen que pareza que se está violando ese contundnte PVIVH. Tal decisión é amparada pola Igrexa Católica, a deontoloxía médica e o dereito penal.
Con todo, mesmo se avaliamos dun xeito superficial o PVIVH e as súas consecuencias, atopámonos con algunhas obxeccións. Na crise do COVID-19 está a producirse unha saturación do sistema sanitario véndose superado pola demanda de pacientes que sofren dita enfermidade. E anticipándose á actual situación, tanto o Ministerio de Sanidade como diversos organismos (o SEMICYUC e a SEMI, de carácter médico e bioético) aconsellaron planificar, ante a escaseza de recursos sanitarios, os criterios de ingreso nas UCIs baixo os principios de xustiza distributiva e a maximización do beneficio global, e co fin engadido de evitar dilemas éticos no momento de seleccionar que pacientes ingresan na UCI e cales non. Priorizarase en caso de colapso os pacientes críticos que necesiten tratamento intensivo e monitoraxe, e os que demanden intervencións inmediatas ingresarían en dispositivos de coidados intermedios. Os pacientes con escasas posibilidades de recuperación e cunha enfermidade terminal e irreversible non deberan ingresar nas UCIs.
Absolutamente razoable na actual situación de medicina de catástrofe. O problema ulterior sería se existen varios pacientes que requiren eses coidados prioritarios que superan en exceso a capacidade das UCIs. E nestes casos alúdese á necesidade de priorizar a calidade e expectativa de vida, a idade biolóxica e cronolóxica, o valor social, o beneficio-risco, etc. Ninguén discutiría tales criterios nun contexto de extrema necesidade. Porén, nesta crise sanitaria o PVIVH non se aplica tal e como se formula. Logo, convén preguntarse se ese ríxido PVIVH é realmente tan sostible e defendible como se presume. Creo que non xa que existen outros condicionantes que o poñen en evidencia xa que nos casos como os anteriormente relatados realmente aplícanse criterios de calidade de vida e de custo-beneficio. Criterios que tamén deberan ser tidos en conta, por exemplo, en situacións nas que un enfermo terminal ou fisicamente incapacitado desexa axuda activa para morrer. Por exemplo."




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