viernes, 13 de septiembre de 2013

LAS TIJERAS DE LA MUERTE


"LAS TIJERAS DE LA MUERTE"
En marzo del presente año, un estudio llevado a cabo por Sarah Thomson y Johan Mackenbach (entre otros relevantes filósofos, sociólogos, economistas y bioeticistas, y publicado en la prestigiosa revista The Lancet bajo el título “Financial crisis, austerity, and health in Europe”) concluyó que las políticas de austeridad y recortes presupuestarios aplicados en la sanidad pública de países como España, Portugal y Grecia estaba provocando un fuerte déficit claramente perceptible en la calidad del cuidado de la salud y que se manifestaba en una deficiente protección sanitaria generando suicidios, nuevos brotes de enfermedades infecciosas y una negligente asistencia sanitaria. Así, por ejemplo, en Grecia los recortes sanitarios están poniendo en riesgo la lucha contra el avance del VIH. Meni Malliori, presidenta de Okana, y el Centro Europeo para el Control y la Prevención de las Enfermedades (ECDC) alertaron estos últimos tiempos sobre los riesgos de nuevos brotes de VIH debidos, sobre todo, a los efectos de la crisis y a los acuerdos pactados por el gobierno griego con la troika que prevén una reducción del 30% del gasto sanitario para los próximos años, conllevando la lógica reducción de la cobertura sanitaria y el recorte de programas de prevención tanto de la drogadicción como del VIH.
        En España, la situación es conocida. La austeridad sanitaria, junto con la desaparición a efectos prácticos de la Ley de Dependencia, ha provocado la muerte de personas dependientes en condiciones discutiblemente dignas y frecuentes muertes anticipadas de personas en situaciones de enorme fragilidad económica debidas a una deficiente atención médica. Algo parecido está ocurriendo en Gran Bretaña (país aparentemente no muy afectado por la actual crisis económica) donde ya desde hace cinco años se está llevando a cabo un fuerte debate sobre las consecuencias de la progresiva y minuciosa privatización de la Sanidad. Debate, por cierto, fundamentado en serios informes oficiales que no tienen reparo en denunciar los defectos de su atención sanitaria y que son publicados con absoluta naturalidad por los diarios The Independent, The Telegraph o The Guardian.
        El debate actual sobre los efectos de los recortes en materia sanitaria es, pues, constante. Y lo pone de manifiesto un reciente trabajo de investigación publicado el pasado mes de junio en el British Medical Journal dirigido por la socióloga y doctora en Filosofía Helena Leguido-Quigley sobre los recortes sanitarios llevados a cabo en el Estado español, su impacto, las resistencias que sufre en la actualidad el sistema público de salud y las posibles alternativas. De dicha investigación científica (y subrayo lo de “científica”) se puede extraer dos conclusiones: las políticas neoliberales aplicadas actualmente en la sanidad no pretenden corregir las ineficiencias del sistema sanitario público, sino traspasar lo público a la esfera de la gestión privada; por fin, hay una evidencia empírica que muestra (como así lo hizo en su momento otro estudio llevado a cabo en la misma revista en el año 2010) una clara relación entre mortalidad y gasto público social de modo que los recortes presupuestarios en materia de salud pública produce lo que suele denominarse “sobremortalidad”, a saber, el aumento de muertes prematuras muy superior a las esperables en condiciones de mantenimiento de los porcentajes habituales de inversión sanitaria.
        Los recortes sanitarios matan. Y, por lo que se ve, estudios científicos lo avalan, por lo que semejante afirmación (categórica, por otra parte) ya deja de ser fruto de la imaginación perversa de políticos o iluminados de turno. Cabe ahora preguntarse quiénes y de qué modo son responsables de esa “sobremortalidad” a la que aludía anteriormente. La respuesta parece obvia: las decisiones consistentes en disminuir el gasto público social y sanitario son responsabilidad política y moral  de los actuales dirigentes. A ellos les toca responder ante la ciudadanía sobre las consecuencias de sus decisiones.

(Artículo publicado en El Progreso el 6-VII-2013 en la columna O voo da curuxa. Traducción al castellano del propio autor)

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