"LAS TIJERAS DE LA MUERTE"
En
marzo del presente año, un estudio llevado a cabo por Sarah Thomson y Johan
Mackenbach (entre otros relevantes filósofos, sociólogos, economistas y
bioeticistas, y publicado en la prestigiosa revista The Lancet bajo el título “Financial crisis, austerity, and health
in Europe”) concluyó que las políticas de austeridad y recortes presupuestarios
aplicados en la sanidad pública de países como España, Portugal y Grecia estaba
provocando un fuerte déficit claramente perceptible en la calidad del cuidado
de la salud y que se manifestaba en una deficiente protección sanitaria
generando suicidios, nuevos brotes de enfermedades infecciosas y una negligente
asistencia sanitaria. Así, por ejemplo, en Grecia los recortes sanitarios están
poniendo en riesgo la lucha contra el avance del VIH. Meni Malliori, presidenta
de Okana, y el Centro Europeo para el Control y la Prevención de las
Enfermedades (ECDC) alertaron estos últimos tiempos sobre los riesgos de nuevos
brotes de VIH debidos, sobre todo, a los efectos de la crisis y a los acuerdos
pactados por el gobierno griego con la troika que prevén una reducción del 30%
del gasto sanitario para los próximos años, conllevando la lógica reducción de
la cobertura sanitaria y el recorte de programas de prevención tanto de la
drogadicción como del VIH.
En España, la situación es conocida. La austeridad sanitaria,
junto con la desaparición a efectos prácticos de la Ley de Dependencia, ha
provocado la muerte de personas dependientes en condiciones discutiblemente
dignas y frecuentes muertes anticipadas de personas en situaciones de enorme
fragilidad económica debidas a una deficiente atención médica. Algo parecido
está ocurriendo en Gran Bretaña (país aparentemente no muy afectado por la
actual crisis económica) donde ya desde hace cinco años se está llevando a cabo
un fuerte debate sobre las consecuencias de la progresiva y minuciosa
privatización de la Sanidad. Debate, por cierto, fundamentado en serios
informes oficiales que no tienen reparo en denunciar los defectos de su
atención sanitaria y que son publicados con absoluta naturalidad por los
diarios The Independent, The Telegraph o The Guardian.
El debate actual sobre los efectos de los recortes en materia
sanitaria es, pues, constante. Y lo pone de manifiesto un reciente trabajo de
investigación publicado el pasado mes de junio en el British Medical Journal dirigido por la socióloga y doctora en
Filosofía Helena Leguido-Quigley sobre los recortes sanitarios llevados a cabo
en el Estado español, su impacto, las resistencias que sufre en la actualidad
el sistema público de salud y las posibles alternativas. De dicha investigación
científica (y subrayo lo de “científica”) se puede extraer dos conclusiones:
las políticas neoliberales aplicadas actualmente en la sanidad no pretenden
corregir las ineficiencias del sistema sanitario público, sino traspasar lo
público a la esfera de la gestión privada; por fin, hay una evidencia empírica
que muestra (como así lo hizo en su momento otro estudio llevado a cabo en la
misma revista en el año 2010) una clara relación entre mortalidad y gasto
público social de modo que los recortes presupuestarios en materia de salud
pública produce lo que suele denominarse “sobremortalidad”, a saber, el aumento
de muertes prematuras muy superior a las esperables en condiciones de
mantenimiento de los porcentajes habituales de inversión sanitaria.
Los recortes sanitarios matan. Y, por lo que se ve, estudios
científicos lo avalan, por lo que semejante afirmación (categórica, por otra parte) ya deja de
ser fruto de la imaginación perversa de políticos o iluminados de turno. Cabe
ahora preguntarse quiénes y de qué modo son responsables de esa
“sobremortalidad” a la que aludía anteriormente. La respuesta parece obvia: las
decisiones consistentes en disminuir el gasto público social y sanitario son
responsabilidad política y moral de los
actuales dirigentes. A ellos les toca responder ante la ciudadanía sobre las
consecuencias de sus decisiones.
(Artículo publicado en El Progreso el 6-VII-2013 en la columna O voo da curuxa. Traducción al castellano del propio autor)
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