domingo, 29 de marzo de 2020

EL COVID-19 Y EL VALOR DE LA VIDA HUMANA



En muchas ocasiones se apela al principio del valor intrínseco de la vida humana (en lo sucesivo, PVIVH). La ética médica tradicional no cuestiona si la vida de un paciente tiene valor ya que dicho cuestionamiento es ajena a la tradición hipocrática (entre otras razones). La Iglesia Católica defiende insistentemente que todas las vidas humanas son intrínsecamente valiosas por lo que siempre sería moralmente incorrecto matar intencionadamente a un ser humano inocente. Para el Derecho, la vida es un bien jurídico protegido por lo que el homicidio simple, el asesinato, el parricidio, el infanticidio, la ayuda activa al suicidio (incluso bajo petición) y, en ciertos casos, el aborto serían tipificados como delitos. Ciertamente, aceptamos un principio tan noble como puede ser el PVIVH sin someterlo, muchas veces, a un examen crítico. De hecho en muchas ocasiones se insiste en que la vida humana tiene un valor irreductible en tanto que no se debe considerar el valor de la vida de UNA persona en concreto por encima del valor de la vida humana en sí misma.

De dicho PVIVH se deriva lo siguiente: por una parte

domingo, 1 de marzo de 2020

UNA DEMOCRACIA DECADENTE


En los últimos tiempos se debate ansiosamente sobre la crisis del sistema democrático, en concreto sobre la democracia representativa. Se dice, y con razón, que es imposible una democracia real en una sociedad sumergida en un mar de desigualdades sociales. Se dice, también, que es imposible una democracia auténtica cuando existe un déficit de información veraz y objetiva por parte de algunos medios de comunicación que impiden que la ciudadanía pueda deliberar y decidir acertadamente. Se insiste en que la gestión (discutible) de la crisis económico-financiera y las brutales consecuencias traducidas en empleo precario, salarios indignos, recortes de derechos sociales y de libertades o la propia violencia de género, están provocando estos últimos tiempos el sentimiento, en buena parte de la ciudadanía, de que la democracia y sus instituciones no son instrumentos adecuados para ofrecer una respuesta tranquilizadora y justa a sus sufrimiento e incertidumbres. Se discute, en fin, como se está empequeñecido la democracia al perderse, a pasos agigantados, la vinculación histórica con el pasado democrático y como se está perdiendo, también, la capacidad comparativa entre los regímenes autoritarios y los modelos políticos respetuosos con las libertades y el progreso.